el cuento de la zorra
Un hombre soltero quería casarse con una mujer muy bonita de listanaco, ligera, puntasinga y un día justamente se encuentra con una mujer de su gusto y se casó. La mujer salía de noche a recoger los granos y cavar las papa, pero entre comidas recogía gusanos y como el marido no comía, ella se justificaba diciendo que ´como era de noche no se veía´.
Por la noche tenía la costumbre de ir a recoger las ocas, papas, mellocos, chochos, la mashua y la quinua en las chakras de los vecinos. Uno de éstos quería saber quién se robaba y se quedó espiando por la noche. Ahí se dio cuenta que era una zorra que, a la vista de su propio marido aparecía una mujer muy bonita. Los vecinos le avisaron al marido que a su casa llegaban pisadas de zorra que de noche iba a robar los granos.
Una noche el marido la dejó encerrada en la casa y se fue a mirar las chakras. Cuando regresó, vio que una zorra estaba abrazando al hijo debajo de las cobija. El marido fue a decir a sus papás: ´vean su nuera cómo ha sido, ¿acaso es una persona…?´ Con toda la furia fue con un palo y le pegó duro. Ella agarró al wawa, miró fijamente a su marido, saltó de la cama y alzando el rabo se fue a una cueva.
Al día siguiente pasaba el marido cerca de la peña. La zorra se transformó en la mujer bonita de antes. Viendo pasar a su marido, se puso a cantar y hacer bailar al wawa, diciendo: ´¡viva maridito!, ashi kichi, así kichi, añashishica, kirikitzin, kirikitzin…!´ El marido tenía mucha pena de haberla mandado pegando, puesto que a su vista aparecía una mujer hermosa. El marido la esperaba en el camino, pero solo llegaba una zorra que se entraba en la cueva.
El hombre no debe pretender una mujer bonita por afuera, ya que puede ser una zorra.